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domingo, 31 de enero de 2010

- Israel Regardie

En sí mismo la esencia de la mente es intrínsecamente pura no es ni peligroso ni explosivo. Pero si al individuo se le ha impedido tener acceso a la vida, debido a una mala adaptación al medio ambiente, si ha fracasado al expresar plenamente el Yang o el Yin de su naturaleza, esa represión será una constante fuente de irritación, existiendo siempre la probabilidad de una explosión psíquica. Este falso dique es el obstáculo que se levanta en el curso del río, la resistencia psicológica, lo que constituye esa «mente» que asesina o impide la captación de la realidad. ¿Cuántos de nosotros comprendemos realmente la vida y el mundo tal como son en realidad? ¿Es decir, sin proyectar sobre nuestras percepciones el deseo de cómo nos gustaría que fueran? Pocos son capaces de ver sus acciones más profundas, las causas reales de la atracción hacia sus amigos o de las repulsiones hacia sus enemigos. No hay muchos, supongo, que en todo momento puedan explicar sus acciones en términos de consciencia. La mayoría de nosotros nos movemos gran parte del tiempo por impulsos involuntarios. Es verdad que los hábitos son una necesidad que nos ha sido impuesta por la evolución para asegurar el tranquilo funcionamiento de la psique. Pero sólo son necesarios en la medida en que permiten a la psique funcionar libremente. Y para muchos es justamente esa masa de hábitos y predilecciones la que constituye la barrera a la libre actividad de la psique. Si preguntamos a la gente sobre el propósito de sus hábitos y por qué creen que se formaron inicialmente obtendremos mucha información sobre lo implícito en la citada frase: «La mente es el asesino de la realidad.» De hecho, no es la mente la que inhibe nuestra percepción de la realidad, de lo que es valioso y deseable en la vida. Es a ese falso desarrollo de la mente la gran cantidad de prejuicios, deformaciones emocionales, filosofías incorrectamente formuladas y supersticiosas, al igual que las reliquias heredadas de padres equivocados a lo que aquí nos referimos. Y hasta que no lleguemos a entender su naturaleza y a percibir su alcance, no nos veremos libres de su dominio. Hasta que no hayamos comprendido a fondo nuestra propia conducta, los motivos y los mecanismos de nuestras propias atracciones y repulsiones, careceremos de verdadera visión. Posiblemente podremos percibir entonces que lo que se halla bajo esta mente consciente que, hasta ahora hemos pensado que es la única realidad, el único criterio de juicio es una inmensa área de inspiración y belleza, la esencia intrínsecamente pura de la mente. Si pudiéramos abrimos y ser plenamente conscientes de esta esencia, de modo que sus contenidos pudieran ascender sin distorsión al campo de visión de nuestro foco de consciencia, empezaríamos a comprender como nunca la verdadera naturaleza de la vida y de sus problemas. «En ese caso», señala el Dr. Jung en sus Estudios de Psicología Analítica, «el Inconsciente nos concede la bendición y la ayuda que la generosa naturaleza está siempre dispuesta a dar al hombre a manos llenas. El Inconsciente tiene unas posibilidades de sabiduría que están totalmente vedadas al consciente... El Inconsciente crea combinaciones probables de la misma forma que lo hace la consciencia, sólo que son considerablemente superiores en refinamiento y alcance a las combinaciones conscientes. El Inconsciente puede, por consiguiente, ser un guía incomparable para los seres humanos». Cuando se ha llegado a este estado o condición de consciencia, cuando lo que antes era inconsciente se ha introducido en el horizonte de la consciencia, toda la naturaleza de la vida cambia y se ilumina. Antes, todo era causa de miedo y terror. Casi todos los seres humanos poseen escondido algún complejo de inferioridad y alguna inseguridad. Todos, de una forma u otra, buscan elevarse por encima de dicha inferioridad y encontrar alguna roca segura en la que poder sentirse anclados. Cuando se llega a una comprensión de la «verdadera esencia de la mente», la inferioridad es prácticamente desterrada y se obtiene la seguridad; y podemos afrontar a la vida y a nuestros semejantes.

2 comentarios:

  1. Disiento de Israel Regardie, no en el desarrollo de su planteamiento, en algunos aspectos estoy bastante de acuerdo, en el escaso control que tenemos sobre nosotros mismos y aquello que llamamos nuestra voluntad, ya que la mente es un territorio desconocido para el propio ser humano en el que, muchos de nuestros comportamientos escapan a nuestro control, nuestras reacciones primarias, instintivas, los sentimientos que la mente adjudica a las percepciones, un sin fin de aspectos cuyo mecanismo está ligado al subconsciente, ese al que no tenemos acceso ni podemos manejar…

    Disiento en el planteamiento inicial, no creo que en sí mismo la esencia de la mente sea intrínsecamente pura, a las pruebas me remito, está demostrado que un psicópata lo es desde el momento en que nace, su mente “es” así, sin que ningún acontecimiento externo influya en su falta de empatía y remordimientos ante actos que para el resto del género humano serían abominables.

    Muy interesante esta entrada, invita a reflexionar, a pensar…

    Un saludo

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  2. Querida Vivian, gracias por tu lectura y comentario, es verdad que es un tema muy interesante este y que da para pensar, yo mismo lo he estado haciendo bastante al respecto.
    Creo que el autor se refiere con el concepto de “Mente pura” a la esencial, si se puede decir así, a aquella que está y aunque parezca imposible o paradójico, por detrás de la misma mente, es decir de la conciencia, bloqueada, limitada, obnubilada; que se constituye alegóricamente, en una especie de asesino de la realidad.

    La verdadera realidad, que estaría entonces en sintonía con la verdadera mente, sería aquella a la que hacía referencia Blake, en “El matrimonio del cielo y el infierno”: “Haciendo desaparecer las superficies aparentes y descubriendo el infinito que tenían oculto. Si las ventanas de la percepción estuviesen limpias, cada cosa aparecería al hombre como es, infinita. Pero el hombre se ha recluido hasta no ver las cosas sino a través de las aberturas de su caverna”

    El autor se plantea un sistema que permita paulatinamente ir profundizando en la mente, ir iluminando poco a poco terrenos oscuros, desde los que surgen desarmonías, miedos, agresividades, autodestrucción.

    Cual más, cual menos, tiene un grado de distorsión o desintonía con lo que es de verdad; el tipo corriente, el destacado, o el psicópata; y estas deformaciones leves o graves, pueden proceder de factores genéticos, o ser adquiridos en la vida intrauterina, en el parto, en la primera infancia, ser producto de traumas, o producirse en alguna etapa más avanzada de la vida.

    Salu222

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