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martes, 8 de junio de 2010

EN SUEÑOS DIGO TU NOMBRE



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Porque estos días ha hecho demasiado calor, el aire en las noches está sofocante, así no se puede dormir y el verano parece que va recién comenzando, no se trata de sacar cubrecamas o cosas así, ya estoy durmiendo sólo con este camisón de lino, que es lo más fresco que se puede disponer y una sábana nada más encima; pero es como si en la noche escaseara el oxígeno en el aire, esa es la sensación que tengo. Y yo no me puedo acostar sin nada puesto, no, no como Mariana mi compañera del instituto que me cuenta, yo me siento extraña durmiendo desnuda, son cosas de costumbres, yo tengo que usar algo. Esa chica es como muy desenvuelta encuentro, esos vestidos tan vaporosos y cortos que usa siempre, hay que ver como llama a la vista de los hombres con sus piernas, que sin ser gruesas, van como aumentado su volumen, a medida que se sube, a mis compañeros parece que se les hiciera agua la boca.

Siempre cuando me pongo este camisón, recuerdo que me lo autoregalé para la pascua pasada, lo encontré en la feria artesanal de la plaza de Lo Vásquez, mientras paseaba mirando un poco ociosamente, algo no definido aún entre la multitud de objetos decorativos que habían, me gustan los tapices artesanales, las ropas y los jarrones de colores rojizos siena, como la tierra de los cerros de mi Mérida en los atardeceres.

Ya con esta van tres veces que no he tenido otra solución mejor que la de levantarme en medio de la noche y venir a la sala de estar, acá al lado de los ventanales de pequeños vidrios rectangulares y cerca de mis filodendros y del manto de Eva, que ya está florecido y perfuma el jardín, me siento un poco mejor, por la ventana entreabierta entra con cada leve brisa tibia, a ratos el dulce y profundo aroma de su único fruto maduro, como si una especie de maíz corto y redondo fuera. Me gusta acercarme a mis plantas en la noche, especialmente a esta de verdes, oscuras y pesadas hojas, me quedo mirando la tierra negra en la noche, me siento como confortada por unos recuerdos muy antiguos.

Debo parecer un alma en pena mirada desde afuera, a la luz azulosa de la luna, con este amplio camisón blanco, así alcanzo a verme en la imaginación, blanco invierno se llama su color, pero no logra ni con eso quitarme este calor de las noches

¿Cómo lo solucionará otra gente? A veces me acuerdo de él ¿Se distraerán en realidad del calor ambiente con el calor de sus cuerpos? Acercándose y queriéndose, los que viven en parejas se distraerán contándose como les ha ido durante el día, como han estado los niños con sus problemas; yo podría igualmente contarle a alguien de mis niños, de mis pobres pero maravillosos niños, siempre teniendo ellos algo que aportar, siempre pudiéndome dar alguna pista que me ayude a dar con el modo más indicado para llevar adelante sus tratamientos, eso que se llama resiliencia.

Pero yo no tengo a quien abrazar en las noches, a veces lo recuerdo a él, sí, pero es como si hubiera sido otro, como si fuera uno que murió o que se convirtió casi en un mito, a veces cuando….

Sólo a veces, cuando pienso en él, es como si fuera el pasado, el que viene a mis sueños más amables, es uno que no existe.

¿Tendrá algo de mágico la resiliencia, pensaba, algo como metafísico talvez? Pero que digo, si lo mágico no existe, es sólo una palabra que sirve para no ver las cosas como son, gracias a Dios tengo una educación científica y no caeré en esos consuelos, la verdad nada puede consolarme, pero no lo necesito.

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