I
El tren brilla en la obscuridad, es incierto, sus metales
reflejan una luz de procedencia desconocida y
¡Oh, milagros! Puedo verte.
Chispas azulosas se desprenden intermitentes de los
ennegrecidos ángulos de su estructura simbólica. Y te veo tan cerca.
¡Estás frente a mí!
El tren está detenido.
Nuestros pensamientos bullen cuales otras chispas luminicéntes
Por encima de todo, el verte, es lo más sorprendente.
No es
algo que yo pregunte a nadie.
II
¿Qué sería del misterio sin nosotros?
¿Qué sería de mí sin tu mirada?
¿Sin tu ausente presencia en todo lo que toco?
Si tú tocas otras manos en la noche interminable.
No será como una canción.
III
No hay palabras; sólo me aferro a los fierros fríos con toda la fuerza que puedo pensar.
No hay movimiento.
El paisaje es azul oscuro, tú quedas entre mí y las paredes
frías del carro adormecido, te estrecho, tomo tu cuerpo, una de tus miradas
permanece en las sombras, la otra, se abre hacía mí como un fruto dispuesto a
desprenderse de su rama, es el sueño.
Tomo algo más.
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