Tendremos tiempo para
imprimir la sombra de nuestros pasos en el cielo, tendremos.
Ella nos vendrá y
cuando hablo, lo hago como si pidiera, pero en lo más profundo de la noche,
recordando el pan de nuestras manos, el que diéramos, el olvidado.
Creías que teníamos
de que asirnos, en que sustentar nuestro recíproco vacío insoñado y
amaneciente, el suspiro amado que nos vertiginaba en el vano de la puerta y yo
subía.
Avísame cuando estés
en los glaciares, llámame, no tengas miedo de mi falta de elocuencia, ya antes
hemos ido hasta donde emanan extrañas rocas desde lo profundo, cuando tocáramos
el techo del mundo. Y ahora que he vuelto.
Ahora te traigo estos
pequeños avisos impresos en el viento, estos llamados que van de roca en valle,
en árbol estrellado y en cielo espejado. De cuando nos sentábamos en los
parques públicos a sostener nuestra mirada a ver pasar la gente, esa que nos
brillara como si soñara, como si
fuéramos dos ciegos en medio de la tormenta, confiados y esperantes.
Y trato de mantenerme
recordando y pensando, que de muchos naufragios se ha sabido que hay playas
inimaginadas, lo han dicho las ancianas de ropas gastadas, los hombres que
miran el mar.
Así es que, cuando
escuches mis pasos por los inmensos pedregales, cuando veas la sombra larga que
me antecede en la hora del ocaso. Sabrás que es nuestro tiempo, que nuestro
viaje ha recomenzado. Y tendremos una luz en nuestra mano derecha y otra en
nuestra frente y recorreremos los sinuosos senderos entre negros matorrales y frondosos
árboles, sintiendo el sonido del rio avanzar junto, al mismo tiempo.
Yo te dije una vez,
que venderíamos la arcilla, que hay mucha gente que hace figuras y vasos y que
viaja con elefantes y que calienta sus manos en un pequeño fuego. Yo te dije y
me seguías con la mirada y me mandabas un retrato de tu patio atardecido, de la
flor del pájaro, del copo de nieve, de esas fotos que con los años, sólo mantenían
lo más esencial de la imagen, el encantamiento. Y nada era en vano.
Que el río no duerme,
que se transforma en oscuro y profundo, que de todo aquello que diéramos y de
lo que negáramos, también nos va quedando una marca, un regalo, como esos de
los que vinieron a nuestro encuentro a-su-lado, contiguo. Y subo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes soñar algo a continuación: