SIEMPRE SEREMOS

NOSOTROS

sábado, 15 de septiembre de 2018

LA CAIDA ASCENCIONAL



Tendremos tiempo para imprimir la sombra de nuestros pasos en el cielo, tendremos.
Ella nos vendrá y cuando hablo, lo hago como si pidiera, pero en lo más profundo de la noche, recordando el pan de nuestras manos, el que diéramos, el olvidado.

Creías que teníamos de que asirnos, en que sustentar nuestro recíproco vacío insoñado y amaneciente, el suspiro amado que nos vertiginaba en el vano de la puerta y yo subía.

Avísame cuando estés en los glaciares, llámame, no tengas miedo de mi falta de elocuencia, ya antes hemos ido hasta donde emanan extrañas rocas desde lo profundo, cuando tocáramos el techo del mundo. Y ahora que he vuelto.
Ahora te traigo estos pequeños avisos impresos en el viento, estos llamados que van de roca en valle, en árbol estrellado y en cielo espejado. De cuando nos sentábamos en los parques públicos a sostener nuestra mirada a ver pasar la gente, esa que nos brillara  como si soñara, como si fuéramos dos ciegos en medio de la tormenta, confiados y esperantes.

Y trato de mantenerme recordando y pensando, que de muchos naufragios se ha sabido que hay playas inimaginadas, lo han dicho las ancianas de ropas gastadas, los hombres que miran el mar.

Así es que, cuando escuches mis pasos por los inmensos pedregales, cuando veas la sombra larga que me antecede en la hora del ocaso. Sabrás que es nuestro tiempo, que nuestro viaje ha recomenzado. Y tendremos una luz en nuestra mano derecha y otra en nuestra frente y recorreremos los sinuosos senderos entre negros matorrales y frondosos árboles, sintiendo el sonido del rio avanzar junto, al mismo tiempo.



Yo te dije una vez, que venderíamos la arcilla, que hay mucha gente que hace figuras y vasos y que viaja con elefantes y que calienta sus manos en un pequeño fuego. Yo te dije y me seguías con la mirada y me mandabas un retrato de tu patio atardecido, de la flor del pájaro, del copo de nieve, de esas fotos que con los años, sólo mantenían lo más esencial de la imagen, el encantamiento. Y nada era en vano.

Que el río no duerme, que se transforma en oscuro y profundo, que de todo aquello que diéramos y de lo que negáramos, también nos va quedando una marca, un regalo, como esos de los que vinieron a nuestro encuentro a-su-lado, contiguo. Y subo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes soñar algo a continuación: