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viernes, 12 de junio de 2020

AZULADO


                                           AZULADO

Invadido por el azul, mis labios pregonan hechos aún pendientes de nuestro anteceder, y digo: Solo los árboles sueñan con su pequeño y denso atardecer; sólo las luces se encierran entre sus propios y oscuros matorrales y  sólo nuestro Estige es un río que nunca existió. 

Esas nuestras diminutas manos son nuestro exclusivo e imperecedero encantamiento al hablar, o baluarte también  dadas las consabidas ondulaciones y dicho está: “Nadie llora por estar libre del error, todo acto, es peso y contrapeso”.

Y yo, cadente, surgiente, en lo más alto sumido, en fin ensimismado también y  flameante y henchizado, porque no; de aquellas luces que tú también conoces, de esas dos formas de naturales y armadas fosforescencias, nocturmido y emergido. Invadido por el azul, azulmado; mis labios pregonando silencios proféticos.

Sólo las luces oscuras de los lagos hondos pueden contener toda aquella sabiduría de que tú hacías gala en los cañones montañosos, que insistías de ver en aquellas praderas verdes interminables de cielo, en aquellos profundos mares sin orillas en que avanzabas una a una con una luz en tu recuerdo.

Y yo aquí estoy para pedirte una vez más, ahora que tú eres, ahora, que la sombra nos cubre del estío, ahora que el sol es más abundante, y ahora que ni mi mal llamada mente puede interponer su manto, ahora es que estoy de frente, como siempre, como una selva en el centro de la tormenta, hundiendo mis raíces en el fondo de la arena, inamovilble, adormecido y despierto una vez más, como siempre, como un látigo, ya sabes.

No. No eran esos los tiempos de las auroras boreales, ni estaba en tus labios el fulgor de las luciérnagas lejanas, no eramos verdaderamente como nosotros entonces, sino en nuestros sueños.

Y yo, como sabes, no vendía más que plataformas de despegue desplegables, munificencias adentradas, especies de soportes insustanciales, lenguas, materias intraterrenas, silbidos de desierto. ¿Como querías entonces que fuese capaz tantas veces, de volver la vista atrás?

En el centro del mar hay una estatua, una figura sin forma y como un faro, que demanda nuestro barcos y nuestras cosntelaciónes, y yo camino lentamente, avanzamos comparablemente, aunque tu llevas una flor como un pájaro blanco.


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